“Un mundo global ejerce una presión sin precedentes sobre nuestra conducta personal y nuestros valores. Cada uno de nosotros está atrapado por numerosas telarañas que lo abarcan todo, que por un lado restringen nuestros movimientos pero que al mismo tiempo transmiten nuestras más minúsculas sacudidas a destinos muy alejados”. Yuval Harari
Las crisis que ocurren globalmente con frecuente asiduidad tienen un impacto profundo y duradero en las personas, comunidades y sociedades. Vemos en forma cotidiana información sobre pérdidas humanas, daños económicos, cambios sociales y políticos, cambios en el medio ambiente, stress psico-social, desigualdades, protestas, desempleo, indigencia.
Difícilmente alguien pueda quedar ajeno a estos fenómenos sin perjuicio de lo cual, la toma de conciencia a nivel de liderazgo público y privado, muestra acciones limitadas.
A esta realidad compleja incierta y aleatoria, se agrega una fragmentación social creciente poblada de múltiples intereses y problemáticas que constituyen un gran desafío para la gobernanza cuando debe tomar e implementar decisiones estratégicas y operativas influidas por un rango de múltiples factores incontrolables y cambiantes.
La empresa de construir sentido y propósito como ordenador para la generación de proyectos en común se constituye en un reto mayor en todos los niveles de gestión, público y privado.
Liderar sistemas humanos en estos contextos exige el desarrollo de talentos con autonomía y mirada holística, narrativas inclusivas, sinergia, conexiones colaborativas y compromiso con el hacer sostenible.
Hablamos, parafraseando a Mintzberg, de un liderazgo que construye sentido y se compromete con la “co-creación de visión sobre la base de una percepción compartida y ampliada en comunicación con otros”.
Se están gestando cambios profundos de paradigmas en estilos de vida y trabajo. Emergen contradicciones intensas entre la velocidad que imponen el cambio tecnológico y la capacidad de adaptación del trabajo y un sector de los negocios.
Para acompañar las nuevas realidades el liderazgo debe ampliar necesariamente la mirada, superando la mera emisión de recetas de influencia para motivar (¡controlar!) generando climas de felicidad circunstanciales, reconociendo que gestionamos en contextos sociales atravesados por tensiones e incertidumbres, con sus sistemas sociales de representación en crisis.
Narrativas co-creadas
Articular la participación y escucha empática requiere abandonar los preceptos del paradigma de la verdad. En tal sentido, la apertura y convicción para consensuar ideas con una narrativa inclusiva desde su mismo proceso generativo abre el camino a las realizaciones de valor integrativo relevante.
Convivimos en una crisis de percepción que bloquea la conciencia de ser parte de un gran sistema interconectado que tiene sus límites, tanto en las formas con que abordamos la producción de bienes y servicios como en el impacto sobre la convivencia.
En este contexto es observable una creciente demanda ciudadana en la defensa del medio ambiente y el reclamo de soluciones sostenibles, lo cual pone tanto a la gobernanza pública como a la privada frente al desafío de salir de la retórica declarativa y generar narrativas con acciones concretas.
Las organizaciones, como todo ámbito humano, están atravesadas por múltiples historias en las que se manifiestan las jerarquías del poder real, las creencias, los valores e influencias que dan base a las acciones y resultados.
Las organizaciones son sistemas dinámicos cuyas comunicaciones se desenvuelven en diversos ecosistemas: el capital humano en cada función, mercado, comunidad, industria, geografía. Las narrativas tienen lugares superpuestos y entrecruzados en todos estos espacios, formal e informalmente.
Compartiendo historias en todos los niveles desde la máxima dirección se construye el valor emocional de ser y de sentirse parte de una organización liberando la potencia del conocimiento implícito que anida en la diversidad.
La visión y la misión adquieren sentido concreto en el día a día dejando de ser retórica de futuro para actuar como ordenadores de las energías y la singularidad de los stakeholders.
El eje central del proceso es la comprensión racional y emocional de la esencia que cada acción tiene para el que la cuenta y la resonancia al compartirla.
Como líderes tenemos la responsabilidad profunda de aportar activamente modelos que impulsen el desarrollo personal y organizacional en marcos colaborativos amplios de aprendizaje permanente como lo demanda una “nueva realidad”.
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