Según la respuesta definimos nuestra presencia en el mundo

  • “No me interesa llamar la atención sobre mí. Espero que la calidad de lo que hago sea vista y reconocida”.
  • “Creo que llamar la atención habla de falta de humildad y de soberbia”.
  • “Los vendedores sobrevenden. Lo mismo hacen muchas personas que hablan permanentemente de sí mismas y de lo que hacen”.
  • “Siempre aparece alguien que tiene menos condiciones (o una oferta inferior) y logra cosas que yo no puedo por no saber venderme”.
  • Otras

Todas estas declaraciones aparecen en mayor o en menor medida cuando comenzamos con el aprendizaje de las estrategias y tácticas de comunicación de la marca propia y obstáculos que enfrentamos.

Seguramente conocemos personas con estos criterios de base en sus decisiones (e indecisiones).

 Comparto algunas observaciones (y comentarios) relacionadas con estas creencias:

  • Si hago las cosas bien (o lo que produzco es muy bueno), ¿no deberían reconocerlo sin necesidad de que yo lo exprese? La respuesta que doy es definitivamente NO. Si esto fuera así, en el mercado los clientes estarían buscando permanentemente vendedores “incomprendidos” que estarían haciendo consultas psicológicas antes que investigaciones o chequeo de sus mercados. Conformarme pensando que los demás ven lo que yo no ofrezco me deja en la pasividad: la responsabilidad de hacer la tiene otro y, por lo tanto, quedo en la impotencia asumiendo que no soy parte del problema.

Por lo tanto, en este caso la respuesta a la pregunta de si el bajo perfil es una elección  o una consecuencia digo que siempre es una elección (porque siempre elegimos) consecuencia de no comprender la brecha entre cómo nos ven y cómo creemos que nos ven.

  • Llamar la atención sobre uno mismo puede ser soberbia y falta de humildad cuando lo que hablo está fuera de contexto y no agrega valor en la comunicación y contexto que estoy sosteniendo. Si lo que planteo aporta a una solución, o una nueva mirada sobre un tema, o habla de lo que puedo llevar a cabo en función de mi conocimiento o experiencia, simplemente estoy siendo una oferta diferente y relevante (condición de marca).

       La repuesta a la pregunta de si llamar la atención resulta una actitud soberbia y    falta de humildad, nuevamente la respuesta es NO. Cuando hablo de una capacidad o habilidad que agrega valor en la situación contextual que requiere el    vínculo con mi público, estoy refiriéndome a algo que aporta al interlocutor, no     simplemente un discurso sobre mí descolgado del acontecer.

  • Relacionada con lo anterior: la sobreventa de un vendedor ocurre cuando o bien distorsiona lo que ofrece forzando cualidades del producto para vender, o cuando recurre a la manipulación en el contexto de la transacción psicológica con el cliente influyendo con alguna técnica. Esto estaría ocurriendo más allá de la necesidad del cliente. Lo mismo podemos decir de una persona que hace alarde (lo que llamamos agendas ocultas) de sus capacidades que superan las de cualquier otro. Aquí la necesidad es la de demostrar, por la razón que sea, que él es el que más sabe, el mejor, etc.

Nuevamente: la sobreventa no es una característica de la venta en general o de todos los vendedores, sino de aquellos que la llevan a cabo (y de muchos cursos y técnicas que lo enseñan por cierto) recurriendo a métodos invasivos ó de manipulación.  Curiosamente muchos adoptaron la figura del vendedor como informador para salir de esta generalización que los pone en categoría de “peligrosos”, y generaron una suerte de función indefinida que cede toda la iniciativa al comprador/cliente (reemplazable por un folleto o grabación), en lugar de acompañarlo en el proceso de aprendizaje que significa aprender de un producto para tomar la decisión de compra. En lo social, este rol es normalmente adoptado por quienes tratan de agradar, más que de conocer sobre el interlocutor, recurriendo a aceptación edulcorada de todo lo que escuchan, sin emitir una opinión que pueda contradecir.

  • Si yo no soy oferta, si no hago visible mi marca: quedo afuera del juego. No participo en las conversaciones en las reuniones; no vendo mi producto o servicios; no  tienen en cuenta lo que pienso porque……es pensamiento no verbalizado y no es propuesta alguna. Además pienso que no saben, que no entienden, que soy víctima de algo en lo que no soy responsable.

Lo que generalmente sucede es que otro sí lo hace, por lo cual, no se trata de que los demás no se dan cuenta de lo que ofrezco sino de que……nunca lo ofrecí! El otro puede haber recurrido a mostrarse exageradamente o lo que fuera pero, básicamente, esto lo veo así por el contraste que existe con mi elección de no ser oferta, al “no ofrecer”.

Cerrando el comentario sobre la pregunta: bajo perfil, ¿elección o consecuencia?. Elegir el bajo perfil puede ser parte de una estrategia funcional de acuerdo a un determinado contexto.

La disfuncionalidad surge cuando la elección está anclada en reacciones emocionales que nos dominan pero que no nos sirven. En este caso los diálogos internos, las justificaciones, el poner la responsabilidad en el otro por una mala calidad de comunicación no resulta funcional y nos deja en un mundo limitado y pobre.

La recomendación es trabajar estas barreras saliendo del mundo de las respuestas que nadan en certezas y plantearnos las preguntas correctas que nos permitan desafiar la inercia en nuestro hacer cotidiano, construir y consolidar nuestra identidad pública basada en la diferencia y relevancia de nuestra singularidad.

El Coaching &  Mentoring nos brindan herramientas eficaces de cambio para estos bloqueos que hemos formado a lo largo de nuestra vida y consituirnos en ofertas de valor en nuestros espacios de presencia.

mp

12/5/21

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