No me digas solamente “qué hacer”,  contame “por qué y para qué”

Los líderes y altos mandos actuamos frecuentemente en un marco de expectativas basadas en las respuestas automáticas que esperamos de nuestros equipos y relaciones.

Llevados por el ritmo de las operaciones cotidianas y las situaciones de incertidumbre, las diferencias entre las conductas esperadas y las resultantes dan lugar a tensiones y  obstáculos para la coordinación efectiva de acciones.

¿Cómo podríamos prevenir estos malentendidos alineando objetivos y resultados?

Storytelling brinda una variedad de modelos de relatos para transmitir el sentido de las estrategias, los proyectos y las decisiones: quién soy y por qué estoy aquí; cómo motivar una acción o proyecto,  consensuar y/o comunicar visión y misión, informar, generar valores en común, neutralizar un rumor.

Desarrollar estas historias, sosteniéndolas  y verificándolas con la misma gestión del referente/líder, permite lograr equilibrio entre la información racional y la carga emocional  del mensaje: invita a participar activamente de la experiencia que se propone. También habilita una forma sistémica, inclusiva y memorable de escuchar y comprender el contexto y las circunstancias.

Muy frecuentemente se concibe y describe Storytelling como una serie de pasos para armar una historia,  transformándola en un producto esencialmente mecánico.

Esto es  diferente de la construcción de relatos con autenticidad, alineando creencias y valores, contagiando con la experiencia que se muestra y no se impone.  Quien cuenta expresa un compromiso esencial con lo que narra, generando así credibilidad a partir de la congruencia entre el mensaje y el comportamiento visible (verbal, no verbal, para-verbal)

Con las historias mostramos sentido permitiendo a la audiencia conectar con el significado que  le asigna a lo que escucha.

Los sentidos compartidos son vitales en las organizaciones del presente y del futuro: menos niveles, conectividad amplia, colaboración, autonomía en la gestión, desarrollo del liderazgo comprometido con los proyectos, visión y misión compartida.

Entramos en una época compleja: la gestión requiere la creación de agendas en común y gran capacidad de escucha basada en la indagación, más que en las declaraciones de certeza.

El impacto de la pandemia disparó aspectos críticos de la realidad socio-económica poniendo a las organizaciones e individuos en planos asimétricos en cuanto a capacidad de respuesta.

Construir espacios para actuar ágilmente requiere habilidades y energía emocional para comprender y construir caminos compartidos.

Cada vez menos podemos informar “lo que hay que hacer” sin comprometernos con el “para qué” y el “por qué”. Los resultados cualitativos y cuantitativos en uno u otro sentido son diferentes.

Mariano Pupkin

11/1/21

Comparta esta publicación!