Las nuevas generaciones son especialmente sensibles captando todo aquello que ponga en duda la autenticidad. A diferencia de los modelos clásicos, dan autoridad a sus pares, a sus propias búsquedas por internet y a las redes, por lo cual cualquier señal que exponga incongruencia los predispone a actuar reactivamente.

La creencia generalizada al comunicarnos es que lo principal del intercambio es lo conversado públicamente, aquello que nos decimos. Lo podemos representar así:

En función de esta forma de pensar ambas partes (o las que intervengan) creen que tienen bajo control lo que “muestran” y “los demás ven”. Quedarían en lo intrapersonal aquellos pensamientos, emociones que no manifiestan externamente. Lo privado es lo que conscientemente se guardan y lo oculto es lo que inconscientemente quedaría  en silencio.

Sucede que la realidad del intercambio ocurre de esta otra forma:

Es inversa: lo que realmente exponemos es la menor parte del mensaje y la verdadera comunicación (metacomunicación) transcurre en el espacio condicionado por lo privado y lo oculto. ¿Consecuencia? Malentendidos y sus derivaciones. Lo no verbal (gestos, comportamiento corporal), lo para verbal (tono, ritmo, volumen de la voz) igualmente actúan y comunican.

No tenemos el control que pensamos y todo aquello que permanece oculto da lugar a nuevas interpretaciones en una cadena de inferencias que carecen de fundamento. Creemos que sabemos lo que el otro piensa, siente, sus intenciones, etc. y asumimos la ficción de que lo que expresamos es apropiado para lograr resultados alineados con nuestros intereses.

Convivimos con mapas diferentes del mundo y la aceptación consciente del cambio haría lugar a otras formas de conversar, consensuar y co-aprender auténticamente para coordinar acciones creando relaciones de valor.

Para ocupar un lugar de liderazgo e influencia legitimados, los baby boomers y X deberíamos estar comprometidos con conversaciones de calidad que habiliten lo privado como parte de las conversaciones, evitando las sombras de los pensamientos y emociones disfuncionales. El correlato de estas acciones es una mayor apertura y creación de un clima de confianza.

Las nuevas generaciones, a su modo, piden autenticidad a través de feed-backs constantes y la transparencia en las relaciones.

La transferencia de liderazgo y conocimientos necesita de la apertura personal de los líderes senior, aprendizaje permanente, pedido de feed-back y ajuste de acciones, adaptación creativa a los cambios y aceptación del conflicto como oportunidad para profundizar las relaciones.

La innovación y el cambio imponen nuevas reglas para ser protagonista formando parte del juego.

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Ilustración del joven artista Juan Sanabria – @jusanabart

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