Al momento de dar a conocer nuestros productos, nuestros servicios o nuestras opiniones, existen ciertas creencias limitantes y, también predominantes, que generalmente surgen como explicaciones a partir de la declaración de una necesidad a resolver:
• “Quiero tener más clientes en mi consultora/consultorio”.
• “No estoy reponiendo adecuadamente mi clientela”.
• “Lo mío es un servicio profesional, no tengo un local o negocio”.
• “Me cuesta ofrecer lo que hago, espero que me recomienden”.
• “Me resulta difícil defender mis honorarios”.
• “No puedo avanzar en mi carrera”.

Mi opinión es que hay algunas creencias que operan de fondo:

a) “No me interesa llamar la atención sobre mí. Yo espero que la calidad de lo que hago sea vista y reconocida. Si hago las cosas bien (o lo que produzco es muy bueno), ¿no deberían reconocerlo sin necesidad de que yo lo exprese?”
No estamos de acuerdo.
Conformarme pensando que los demás ven lo que yo no ofrezco es consecuencia de no comprender la brecha existente entre cómo nos ven y cómo creemos que nos ven.
b)“No me gusta llamar la atención, es falta de humildad, soberbia. Los vendedores sobrevenden lo que tienen e igualmente proceden muchas personas que hablan permanentemente de sí mismas y de lo que hacen”.
No estamos de acuerdo.
Si lo que planteo aporta a una solución, o una nueva mirada sobre un tema, o habla de lo que puedo llevar a cabo en función de mi conocimiento o experiencia, simplemente estoy siendo una oferta diferente y relevante (condición de marca), visible para ser considerado como opción de valor.
c) “Veo que siempre aparece alguien que tiene menos condiciones (o una oferta inferior) y logra cosas que yo no puedo por no saber venderme”.
Si yo no soy oferta, si no hago visible mi marca: quedo afuera del juego!
No participo en las conversaciones en las reuniones; no vendo mi producto o servicios; no tienen en cuenta lo que pienso porque……es pensamiento no verbalizado y por lo tanto, no es propuesta alguna.
Lo que generalmente sucede es que otro sí lo hace, por lo cual, no se trata de que los demás no se dan cuenta de lo que ofrezco sino de que……nunca lo ofrecí.
En este caso los diálogos internos, las justificaciones, implican poner la responsabilidad de mis males en el otro, cuando en realidad se trata de una mala calidad de comunicación de mi parte.
Recomendación: trabajar estas barreras saliendo del mundo de las respuestas que nadan en certezas autocomplacientes y plantearnos las preguntas correctas que nos permitan desafiar la inercia en nuestro hacer cotidiano.
Si lo que hacemos presta auténticamente un servicio…tenemos una buena historia para contar, necesaria y que merece ser contada!
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