La velocidad del cambio y las condiciones que imponen las nuevas generaciones nos hace reflexionar sobre la responsabilidad del liderazgo actual en la integración de las generaciones jóvenes y el manejo de las transiciones…que ya están ocurriendo.
La transición en el liderazgo implica no solamente transferir conocimientos, se trata de culturas, intercambios, consensuar miradas y acciones, creencias, ajuste de valores.
Pensando en que compartimos gestiones con 5 generaciones en las organizaciones tenemos que mirar los diversos modelos de autoridad que provienen de la impronta familiar y que reproducimos naturalmente en la forma de relacionarnos.
Mis “por qué siento, pienso, digo y hago lo que muestro” en mis acciones tiene que ver con lo que me constituye. Puedo aprender una forma de relacionarme aplicando herramientas pero lo que va a marcar los resultados tiene que ver con el reaprendizaje de conductas que requieren ser comprendidas en origen, desde mis creencias y valores con respecto a las de los demás. No se trata de aprobar todo sino de aceptar lo diferente como punto de partida del aprendizaje.
Toda comunicación implica generar una respuesta del otro como resultado sabiendo que en cada situación:
a) me muestro y soy percibido de determinada forma
b) transmito una información concreta que da cuenta de mis elecciones y criterios
c) me ubico y dirijo al otro de acuerdo a cómo lo valoro en su entorno y en sí mismo
d) tengo una intención de influenciar
Y el otro me percibe con las mismas distinciones: qué muestro, qué digo, cómo me valoran, qué intenciones tengo. Valoramos y valoran en cada interacción estas 4 aristas pero alguno de estos aspectos con preponderancia sobre los demás.
Cada generación tiene una impronta diferente pero específicamente quienes estamos cediendo el paso a las nuevas, nos debemos y debemos el ejercicio de comprender para reaprender y transferir facilitando cooperación y colaboración.
Cómo se constituyó nuestro argumento de vida (life script)? Qué historias me cuento y cuento? Qué juegos aprendimos y repetimos en nuestras relaciones? Cuáles agendas ocultas operan automáticamente? Cómo nos relacionamos desde nuestras creencias y valores? Qué tolerancia tenemos a la diversidad? Qué apertura a lo nuevo? Qué congruencia tenemos entre lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos? Cómo genero conversaciones para acercar puntos de vista y construir espacios de certidumbre para actuar con los demás? Cómo me lidero y lidero en el balance de las respuestas a estas preguntas propias y ajenas? Me ven congruente?
Abocarnos al autodescubrimiento para el auténtico cambio que favorezca la integración facilitará las transiciones a partir de la formación de líderes jóvenes con directo impacto en el clima emocional. Necesitamos facilitar la escucha desde diferentes modelos de autoridad con respecto a los que fuimos formados y el aprendizaje de habilidades interpersonales para construir historias en común y contarlas
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