Todos vendemos cuando queremos agradar, mostrar nuestra personalidad, al defender nuestras opiniones, cuando queremos persuadir.
En toda situación de relación ejercemos algún tipo de influencia…vendemos.
“Dejemos de denigrar la venta y los procesos de venta”. Tom Peters.
La palabra venta ha tenido mala prensa pero en realidad depende del por qué, para qué y qué vendemos (influimos).
Los cambios en los estilos de vida y del trabajo, la necesidad de construir nuestra empleabilidad/emprendimiento/emprendedorismo adaptándonos a la época, nos pone frente a desafíos:
- ¿Cómo sobresalir en el mar de las redes globales dejando de “ser uno más” en la competencia?
- ¿Cómo transmitir nuestro talento singular?
- ¿Cómo salir de la fantasía pasiva de esperar que alguien decida notar nuestro valor?
Hoy existe un absoluto entrecruzamiento entre el consumo y la vida social, los productos y servicios dejan de servir a fines prácticos solamente para convertirse en significados.
El universo simbólico de las representaciones tiene cada vez mayor relevancia:
- Cómo somos percibidos?
- Qué historias nos representan y abren posibilidades en la mente de los demás?
- Cómo sobresalimos en la indiferenciación de la oferta de productos y servicios?
- ¿Cómo están alineados los mensajes que transmiten las comunicaciones corporativas y aquellos que transmiten los colaboradores (stakeholders) dentro de las organizaciones?
Es hora de “contar (y vivir) nuestra mejor historia” en armonía con desafíos ambiciosos, comprendiendo la naturaleza y las necesidades de crecer e influir en un mundo interconectado, imprescindible para entrar en el juego y gozar de una mejor calidad de vida.