Normalmente nos preocupamos por los conceptos que queremos transmitir y la forma en que lo haremos desde el lenguaje hablado. Hay un elemento, omnipresente, al cual no le damos igual importancia. Los silencios generan sentidos y dan tiempo a resonancias y reflexiones, al contacto de las miradas y conexión emocional, a la construcción de vínculo y complicidad. Son expresión manifiesta del respeto a los tiempos de la audiencia y envuelven también al orador.

Citamos a continuación la respuesta que Daniel Barenboim dio a la pregunta: Qué es el silencio?

Su respuesta relacionada con la música es totalmente aplicable a la expresión en los discursos, a las conversaciones…a la musicalidad del habla.

Como la imagen que encabeza esta nota sugiere: «la música (el corazón de lo que queremos transmitir) determina la letra»

¿qué es el silencio?

Barenboim: probablemente es lo más complejo que existe en la música, porque el silencio está en permanencia, está aún antes de empezar. Pero el silencio es como alguien que te persigue y hace con vos todo el camino. Porque si no mantenés una nota hasta el final, se te cae. ¿Y dónde se te cae? En el silencio. Hacés un crescendo enorme como en el último tiempo de la Novena sinfonía de Bruckner y la orquesta chilla, grita y uno no da más: cortás el acorde y el silencio es aún más fuerte. Hay mucha gente que no lo entiende. Piensa que el silencio es antes, después y de vez en cuando, o entre, como si fuese una coma o un signo de exclamación. No. El silencio es parte integral de la música. El silencio es para el sonido como la ley de gravedad.

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