“Nuestro cerebro arranca cuando nacemos y no para … hasta que tenemos que hablar en público”

Las presentaciones en público sea ante grupos amplios o reducidos implican necesariamente auto-exponerse disparando la aparición de las funciones emocionales asociadas con el miedo.

Caso modelo de un ejecutivo, lo llamaremos Fernando, quien enfrenta una oportunidad de hablar en público.

Diálogo interno de Fernando: “El tema me gusta, lo domino, quiero exponerlo, cuento con información muy buena, preparo un buen power point, tal vez algún ejercicio o dinámica…… es una oportunidad importante para generar mi visibilidad en la organización…”

Llegó el día. El público está enfrente (pares, ejecutivos, clientes…) pero Fernando siente un millón de voces y turbulencias que lo habitan, en la cabeza, en el pecho, voces que siente listas para evaluar y juzgar.

Comienza a transmitir información remitiéndose a los datos que proyecta en pantalla…es mucha información pero está clara…sabe de lo que habla…percibe que algunos se aburren…se apura…hay gente que está en otra cosa…distraída…otros atienden y toman nota…están con los celulares, seguro hablando de su discurso…respira mal, siente su voz insegura…se apura!…llega al final…le cuesta cerrar… queda esperando alguna señal de aprobación….hace contacto visual con los que tienen cara amistosa…algunos se acercan y lo felicitan…los que lo conocen le dicen que estuvo muy bien…que mostró seguridad…

Pero Fernando no se la creesus diálogos internos siguen habitados por la sensación de frustración. Siente que quedó en evidencia, que pasó a formar parte de la extensa legión de oradores que no cautivan y cuyos discursos o presentaciones están destinados al olvido a pesar de la “elocuencia”.

2do round (Fernando lo vive como una pelea): a Fernando le presentan una nueva oportunidad de hablar en público.

Diálogo interno de Fernando: “Se acabó!!! Esta vez va a ser distinto. Me preparo (como ir al gimnasio) para lucir con mucha seguridad, fluidez, energía en la corporalidad y la voz. Así muestro claramente profesionalidad y dominio de la situación! Sigo  las recomendaciones en la forma de hablar, caminar, inflexiones de voz, aprendo partes de memoria…”

Finalmente Fernando se siente más seguro, muestra que sabe y que está capacitado, controla el tiempo, presenta información precisa y relevante, respira mejor, habla pausado, muestra todos los conceptos importantes en el power point…etc. En resumen…la pasa mejor…y…lo felicitan…

PERO NO SIENTE CONEXIÓN CON LA GENTE! FUE UNA TRANSMISION MAS DE INFORMACION.

 

 

Qué ocurrió?

En ambos casos Fernando estuvo canalizando energías desde su propia situación emocional dirigiéndolas hacia la búsqueda de aprobación personal. Expuso información pero no conectó con la gente.

  • En el primer caso el temor lo tomó y lo mostró inseguro.
  • En el segundo caso, la pseudoseguridad le sirvió de escudo mostrando una fachada defensiva. Esto se refleja en un hablar distante recubierto de “objetividad” y con toda la información pre-digerida: al auditorio solamente le queda escuchar y aceptar certezas. Armó una imagen/personaje que oculta la debilidad/inseguridad que no quiere que se vea. Tiene miedo pero muestra calma. Hay una parte de sí mismo que logró disimular.

La propuesta superadora consiste en transitar la exposición como un momento de disfrute en lugar de un examen.

  • Compartir experiencias personales, anécdotas, incidentes, sentimientos, pensamientos, dilemas y obstáculos que afrontamos, dudas, errores, aprendizajes.
  • La conexión se produce mostrando un camino personal recorrido en el tema como protagonista comprometido con el mensaje que transmite.
  • El orador presente con sus vivencias de lo que cuenta despierta emociones e identificaciones y puede cerrar claramente el discurso con un llamado a la acción convocante.
  • La inspiración no es una cualidad del discurso sino el resultado del mismo.
  • Recomendación: evitar técnicas de fachada armando un personaje que no soy. El costo de encubrir es altísimo y más aún sostenerlo en el tiempo; tal como ocurre en la vida.
  • Conviene poner energía en construir y disfrutar la experiencia de una presentación desde el valor que auténticamente deseo aportar a la audiencia, entrenando con este foco de influencia genuina.

Las barreras emocionales se superan cuando conectamos con autenticidad. Cuando tenemos claro: Por qué quiero hablar? Para qué y para quien/es quiero hablar? Qué se van a llevar? Tiene valor para la audiencia?

Y qué pasa con el comportamiento escénico? Tengo que entrenar, y si el corazón pasa, lo demás te sigue!

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