Miedo a la influencia personal: qué pongo en juego?
De muchos mandos medios y gerenciales escuchamos declaraciones como:
- “No me interesa llamar la atención”
- “Si hago las cosas bien y me esfuerzo se tienen que dar cuenta, no hace falta que lo diga”.
- “llamar la atención es muestra de falta de humildad y soberbia”.
- “Yo no soy vendedor, no me gusta la venta.
- “Lo que pasa es que fulanito logra cosas porque se sabe vender. A mi no me pasa”.
Todas estas declaraciones aparecen en mayor o en menor medida basadas en creencias que generan parálisis o acciones limitadas.
En mi opinión son “respuestas a preguntas o verdades” que asumimos sobre lo que es correcto o “debe ser”:
- Si hago las cosas bien (o lo que produzco es muy bueno), ¿no deberían reconocerlo sin necesidad de que yo lo exprese? La respuesta que doy es definitivamente NO. Si esto fuera así, en el mercado los clientes estarían buscando permanentemente vendedores “incomprendidos” que estarían haciendo consultas psicológicas antes que investigaciones o chequeo de sus mercados. Conformarme pensando que los demás ven lo que yo no ofrezco me deja en la pasividad: la responsabilidad de hacer la tiene otro y, por lo tanto, quedo en la impotencia asumiendo que no soy parte del problema.
- llamar la atención sobre mi propuesta es una actitud soberbia y falta de humildad?, la respuesta es NO. Cuando hablo de una capacidad o habilidad que agrega valor en la situación contextual.
- No soy vendedor! la sobreventa de un vendedor ocurre cuando distorsiona lo que ofrece vender, o cuando recurre a la manipulación. Nuevamente: la sobreventa (no la venta!) resulta de métodos invasivos de manipulación. No es una característica de la venta en general o de todos los vendedores
- Si yo no soy oferta, si no hago visible mi marca: quedo afuera del juego. Cuando digo: “No participo en las conversaciones en las reuniones; no vendo mi producto o servicios; no tienen en cuenta lo que pienso porque”……es pensamiento no verbalizado y no constituye propuesta alguna. Además “descanso” en que “no saben, que no entienden, que soy víctima de algo en lo que no soy responsable”.
Lo que generalmente sucede es que otro sí lo hace, por lo cual, no se trata de que los demás no se dan cuenta de lo que ofrezco sino de que……nunca lo ofrecí. El otro puede haber recurrido a mostrarse exageradamente o lo que fuera pero, básicamente, lo que ocurrió es que no hice ninguna propuesta.
Cerrando el comentario sobre la pregunta: miedo a la influencia: qué pongo en juego? Las emociones relacionadas con el miedo, el riesgo a perder, son parte de la falta de confianza. En este caso los diálogos internos, las justificaciones, el poner la responsabilidad en el otro nos deja en un mundo limitado y pobre que no depende de nosotros.
Qué es lo que sí podemos? Afrontar el desafío superador de trabajar estas barreras, plantearnos las preguntas correctas que nos permitan desafiar hábitos disfuncionales.
En definitiva: animarnos a ser nosotros mismos 24 horas por día.
mp
25/7/2017