Este cuento trata de un vecino muy muy cercano. A ver si lo descubrimos.
El vecino. Cuento de Leonel Sicardi tomado de su libro “Por el color del trigo”.
Él era todo bueno. Se levantaba totalmente bueno, cada mañana, a las siete en punto. Iba a la oficina y volvía a casa totalmente bueno, a las ocho en punto. Estudiaba dos veces por semana siempre bueno. Besaba a su novia totalmente bueno. Hacía el amor tres veces por semana –ni sé cómo lo hacía- y era totalmente bueno.
Pero él no contaba con otro personaje, “el criticón”. Total, era sólo su vecino, estaba en otro departamento, casi al lado. Era el que odiaba a todo el mundo, al que le gustaba estar realmente solo, el que detestaba sonreír y decir que sí a todo –más bien decía que no a todo- y era incapaz de querer a alguien.
Y así cada uno tenía su libreto y la vida seguía…
Él decía: “¡Qué lindo!. Y el criticón: “¡Mentira, si es horrible!”. Uno accedía: “Bueno, está bien”. Y el otro explotaba: “¡Andá a la mierda!”.
Y todo siguió así, toda su vida totalmente buena, pero….eso sí, con el criticón como vecino. ¡Qué importaba! Total, vivía en el departamento de al lado. Eso sí, a veces le parecía notar que ese departamento, el de su vecino, estaba un poco más cerca del suyo, pero no le daba importancia. “Deben ser impresiones mías”, se decía, y seguía con su vida totalmente buena.
Hasta que un día, a los dos, por una extraña jugada del destino o de la casualidad, que no existe, se les traspapelaron los libretos, y cuando el bueno quiso decir “hola, mi amor”, dijo “te odio”.