Tenemos abundancia de historias para contar.
No lo sentimos así porque de hecho normalmente le restamos importancia a nuestras experiencias. Al igual que con nuestros talentos, como los vivimos con naturalidad, pensamos que no tienen relevancia.
Cada hecho de nuestra vida que nos haya dejado una enseñanza, se constituye en un hecho narrable en las circunstancias adecuadas.

Entregar nuestras historias al auditorio (no importa el tamaño) como un regalo, centrándonos en transmitirles el sentido de lo que nos ha impactado de la vivencia, abre el canal de la conexión e identificación entre sistemas de valores.
Si comprendemos esto, la vía para capitalizar esta posibilidad como herramienta poderosa de interacción, es la práctica; el compromiso permanente con el sentido de nuestro mensaje, técnicas de base, y … PRÁCTICA.

“No es por causa de que las cosas sean difíciles que no nos animamos; es consecuencia del no animarnos el que resulten difíciles”. Séneca.

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