Los tiempos que vivimos reclaman un tipo de liderazgo diferente para crear un orden sostenible. La base de este liderazgo es el compromiso y otra mirada a la cual convocamos con la propuesta de construcción de marca y de un hacer diferente a partir de nuestra identidad y valores, en todos nuestros espacios de presencia: familia, comunidad, organizaciones.

Participo regularmente de numerosas ocasiones en la que discutimos el tema del liderazgo: qué es; qué alcance tiene; quién se hace cargo; cómo se hace cargo (medios y fines); qué características tiene un líder; e innumerables cuestiones más disparadas a partir de este concepto.

Atravesamos una época de incertidumbre y de cambios instantáneos; de valores que crujen y desaparecen a la espera de otros que no aparecen; de angustias y ansiedad indiferentes a la miseria vecina pasada de largo con el bastón blanco de nuestro corazón; de afectos perdidos y de otros encontrados, perversos; de una manipulación mediática y de poder calificada de viveza; una época que permite oír y dar explicaciones que siempre cierran en sí mismas; explicaciones armadas para serenar, para lograr alivio antes que cambio.

Pero también creo que esta misma época está gestando un nuevo tipo de liderazgo con cambios masivos en la forma de pensar con enfoques ecológicos naturales y sociales de otro orden; con líderes de otro nivel de conciencia portadores de esta renovación; líderes de mirada amplia con respecto al universo y de mirada profunda de sí mismos como parte de algo mayor.

La disfuncionalidad de las mega-explicaciones actuales abre un enorme espacio de posibilidades.

Quiero compartir un texto escrito por Bernardo Nante, doctor en filosofía y Presidente de la Fundación Vocación Humana. Se llama Carta al tibio y, en mi opinión, expresa con elocuencia especial el nuevo espacio de compromiso transformador. Dice así:

“Parece imposible escribir una carta al tibio que se empecina en desconocer o encubrir su propia tibieza. Pero algo de fervor guarda en su seno el tibio que se sabe o se sospecha tibio.

En cambio, el tibio de toda tibieza siente que esa carta no es para él, porque sólo acepta mensajes complacientes. Una carta sutil le será indiferente o le suscitará un moroso goce estético y tildará de fanática una carta frontal y fervorosa.

El tibio pretende vivir sin que la vida le toque y encubre su falta de intensidad con simulada moderación.

Más hipócrita aún es la tibieza que se disimula con acciones ampulosas que sólo arrastran energía física y psíquica sin orientación espiritual, en definitiva, sin amor.

Al tibio nada le llega o pretende que nada le llegue, pero tal hipocresía ontológica es devastadora pues la indiferencia ante la Vida que pide a cada paso nuestro socorro es criminal. Así, una vida de omisiones es una vida asesina y sólo puede salir de su tibieza quien se atreve a verlo.

Escribo esta carta al único tibio que quizás pueda escucharme. Se la escribo al tibio que habita en mí y así invito a cada uno a escribir la propia”.

Bernardo Nante.

mariano pupkin. 15/3/2010

Comparta esta publicación!