Quiero abrir un espacio de reflexión que hemos compartido con amigos y colegas a partir del accidente del Concordia.

Leímos análisis, la mayor parte de ellos, centrados en lo que se hizo mal o no se hizo desde las operaciones físicas de rescate y la maniobra causa del accidente. Ahora incluso aparece alguna figura femenina que aporta mayor condimento novelesco al drama.

Los medios (diarios, noticieros, blogs, facebook, twitter, etc.) abundaron en detalles y análisis centrados en la persona y comportamiento del capitán y la tripulación, y leimos comparaciones con algunas de las cuales coincidimos y otras con las que no. Miradas diferentes.

Lo que deseamos es disparar la reflexión que hace foco en el grupo humano a cargo de la embarcación.
¿Qué pasó con el “equipo” para que una sola persona por acción-inacción desencadenara la tragedia?
¿Qué pasa con la estructura de la empresa y los “filtros” que dejan fuera del foco de observación patrones de comportamiento que llevan a estas consecuencias?

Actuamos desde nuestras distinciones y no podemos operar conscientemente sobre aquello que no vemos; por ello la riqueza que aporta el funcionamiento en equipo con “observadores múltiples”.

Recordemos la tragedia de LAPA, resultado del estado general del sistema organizacional que luego de manifestarse con diversos síntomas termina en un accidente terrible, y con discusiones con respecto a lo que atendió o no atendió el piloto. Y este foco de discusión fue fogoneado, además, por intereses que se desligan de las co-responsabilidades y, por ende, contribuyen a manipular la “ceguera”

Obviamente, la responsabilidad sobre lo ocurrido recae en la cadena de mando directa frente a la situación y, en otro orden, en la empresa frente a todo tipo de daños. La justicia lo determinará. Pero murió gente y hay valores que en una reparación, sea ésta la que sea, quedan afuera. Valores que siguen viviendo en las tramas del desgarro afectivo que quedan abiertas y no cicatrizan.

Esto no lo arreglan más decálogos de cómo proceder en situaciones límite.

En mi opinión, tal como lo están haciendo muchas organizaciones y personas, debemos tomar conciencia de que estas consecuencias son producto de un mirar sesgado centrado en lo técnico operativo más que en el funcionamiento de la organización en términos de interrelaciones humanas y de los valores y ética que ello implica.

El compromiso real, activo, se refleja en los comportamientos que hablan de nuestro propósito y posición ética.

Así, las declaraciones de visión y misión dejan de ser cosmética de texto escrito con el fin de ser aplaudidas, para transformarse en auténticas demostraciones de las formas en que los individuos y organizaciones cumplimos con nuestra forma de estar en el mundo…..de todos. Nada me es ajeno.

mp

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