Las tensiones en los momentos en que tenemos que comunicarnos en grupos pequeños o en auditorios más amplios generan emociones que se traslucen en nuestros canales de expresión verbales, no verbales, para-verbales y corporales.
La adecuada comprensión de este fenómeno implica aceptar que los temores “comunican” y generan barreras defensivas en el auditorio. Y nosotros somos los portadores.
Así, frente al evento de hablar en público, es fácil vernos afectados por aquellas miradas y gestos que coinciden con nuestra percepción del propio estado interno en el que nos encontramos.
Es corriente que, ante estos temores, construyamos formas de expresión en tonos de voz, gestualidad, etc. que se traducen en falta de espontaneidad y conexión con la audiencia.
Existen variadas formas de trabajar eficazmente sobre estos obstáculos a través de ejercitaciones de la neurolingüística, técnicas teatrales y otras prácticas.
Las habilidades de expresión oral para las diversas situaciones tienen efecto sinérgico muy positivo sobre el comportamiento en general y, específicamente, en aquellos que tienen como centro el vínculo con los demás.
En mi opinión, son una condición esencial para el liderazgo moderno, aquel que enrola talentos y forma nuevos líderes.
mp