La gente no compra propuestas por sus características y descripciones. Sí compra cuando comprendemos sus deseos y encontrando soluciones que expresan cómo se relacionan con su experiencia de consumo de productos y servicios.
Logramos impacto y ganamos la decisión:
- despertando en la mente del interlocutor/cliente vivencias con las que se identifique
- dando respuestas a las emociones que condicionan la decisión para cada tipo de interlocutor/cliente: miedo? escepticismo? desconfianza? ambivalencia? temor a "ser vendido"? reconocimiento? ...
Podemos lograr resultados sin "imponer" una argumentación? Podemos aprender esta habilidad? Respondemos SI a ambas preguntas: influir no es imponer.
Como un director de cine que nos atrapa en una historia y el modo de contarla, podemos transmitir nuestras ideas y persuadir para alcanzar objetivos.
Nuestras historias en los negocios no solamente deben inspirar sino también concretar un intercambio virtuoso, medible y basado en las herramientas profesionalizadas de comunicación e influencia que tenemos a disposición, se aprenden y se entrenan.